Creo que uno debe ser más consecuente en la vida, más
egoísta, más importaculista y tener alzheimer con ciertas cosas que no merecen
ser llamadas presente.
Aunque todos estamos hechos de luz y oscuridad, hay quienes que con un brillo seductor nos terminan marcando con su tiniebla, y luego se van, aunque no definitivamente, esas
personas a mundo regresan, ya sea porque uno las llama, porque quieren volver o sin culpa de ninguno, y uno debe tener el valor para llenarse de amor propio y decir: vete a
la mierda-aunque de una manera diplomática-.
Sí, yo soy de los que dice y pregona que hay que perdonar, que
cuando el pasado se ponga por delante solo queda sonreír y seguir como si nada.
Entonces me dirán “Si piensa que hay que perdonar y todo eso, ¿por qué no
aceptar el retorno de ese pasado? Si al fin y al cabo ya está perdonado” Fácil, para mí pesan más las razones de la ida que las del regreso.
No me cabe en la mente que el perdón signifique el olvido de
nosotros mismos, que el arquetipo de
mentiras se pose en la cima del nuevo “yo” renacido desde el fondo del pozo en donde nos dejó el pasado.
Todos estamos en la libertad de elegir cómo exorcizamos nuestros
demonios, lo cabrón es cuando quedan mal expulsados y mutan en forma reto
personal, lo sacamos un día de nuestra alma pero dejó pequeñas
secuelas que se transformaron en nuestro interior y se aferran a la piel creando rencores, haciéndonos sentir culpables por no ser capaces de perdonar completamente. Nos hacen cargar a cuestas el nerviosismo de volver a ver en su forma física al creador de esa enfermedad que llamamos rabia.
Mi posición es radical, si fue un demonio al que quise exorcizar,
debe seguir fuera de mí, no puede regresar en ninguna envoltura, por más nueva que parezca, y si la culpa por
no haber perdonado va cultivando semillas de rencor en mis tejidos, lo mejor es
hablar con esa persona y sacar todo lo que pudre los músculos y hace andar
con paso cansado. Eso sí, no podemos
perder de vista, nunca, que quien nos miente
es como quien nos escupe la cara, la saliva como las palabras, se van, la
imagen de idiotas por permitir que eso ocurra, perdura.
Finalmente, y como también siento la energía negativa de
este texto, me voy diciéndoles que lo que escribo en el blogg no refleja mi
realidad.
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