La armadura por fin se rompe, la
coraza que lo protegió durante años de flechas envenenadas que le lanzaban
paulatinamente con los labios, las piernas y los ojos, se fragmentó.
Mil pedazos de él quedaron
regados no solo en el campo de batalla, sino en el camino que debió recorrer
para volver a casa. Dejó un rastro que todos identifican, “Por aquí pasó el
derrotado” decían quienes andaban por el sendero.
¿En qué momento sucedió? Para
unos era el ser más fuerte del mundo, otros decían que no poseía capacidad para
sentir, era un témpano de hielo para todos, incluso para sus amigos.
Mi desgraciado personaje pasó de
ser el más fuerte al más vulnerable. Como escritor no hubiera querido que se
transformar en eso, yo quería que fuera la solidez de su entorno desmoronado, que
todos siguieran recurriendo a él cuando se sintieran abatidos, llegó a ser el
gurú de los consejos para decenas de personas pero perdió el control. Los
personajes de las historias tienen vida propia y casi siempre escogen su
destino, así para ello tengan que enfrentarse a su creador. Él decidió quitarme
el control de su futuro para ponerlo en manos de una mujer, otro personaje de
la historia, entonces ya no era dueño de mis personajes y me convertí en un
simple espectador. Ya sé lo que siente Dios cuando ve que se desata el caos y
no hace nada, duele pero no hay responsabilidad, no hay culpa. Dios es
voyerista y lo disfruta, yo también lo hice.
Al no tener control sobre mi historia
me dediqué a ser testigo, la mujer se convirtió en la nueva escritora y le
quitó la libertad a mi personaje principal. ¡Cómo detesto esos autores que
encasillan a sus creaciones!, a ella la detesto por eso, por determinarlo y
volverlo predecible, por desarmarlo y guiarlo derrotado hacia todas partes.
Adonde llegaba lo conocían con varios apodos “El pobre”, “La promesa”, “El
abatido”, pero sin duda el más apropiado: “El idiota”. Es que fue muy estúpido,
pudo enfrentar y derrotar a su escritor creador pero se volvió un retrasado
mental ante la presencia de un par de tetas bien puestas.
Ella se percató de que no era
necesario estar junto a él para seguirlo conduciendo, podía irse por temporadas
y regresar cuando quisiera con la convicción y certeza de que él se
desmoronaría ante su presencia, para que ella tomara la ceniza y siguiera moldeándolo
con las manos, a su antojo y pretensión.
Como en la vida real, en las
historias hay personajes que tienen el poder de volver mierda a otros seres,
parece un don brindado para generar puntos de inflexión y que todas las
historias no acaben en un “feliz para siempre”.
Aún no sé si intervenir, puede
que los personajes tengan libre albedrío, pero ni mierda, en mi historia tengo
intereses que brillan sobre las pretensiones de una mujer mefistofélica que se
aprovecha de un idiota que alguna vez fue valeroso, como escritor no tengo la
responsabilidad de salvarle la vida a mis personajes, pero por lo menos debo
abrirles los ojos antes de que sigan sucediendo los desastres. Es mi
responsabilidad recordarle a mi personaje, que alguna vez fue el más fuerte del mundo.
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