¿Quién tiene el derecho de decirle a alguien qué es importante y qué no en su vida? Es decir, cómo aspira alguien. que a duras penas me ve, a tener el permiso de opinar sobre lo que hago o dejo de hacer, no concibo en mi mente que ese alguien sea capaz de entender lo que quiero, lo que proyecto, y no lo concibo porque ni siquiera yo sé lo que deseo.
Se creen expertos del consejo adornando con eufemismos lo que piensan que es correcto, lo que su moral educada ya sea en experiencia o en teoría les indica que el camino hacia una verdadera felicidad está en el libre desarrollo de una consciencia que no pese, priorizar lo que a dedo piensan que es importante según la historia que uno les cuente. ¿Son los consejeros estúpidos? ¿No son capaces de ver que uno les puede mentir para burlarse de ellos? Más aun ¿Se creen más que los otros como para decirles qué hacer con su vida?
Ahora, ¿Por qué lo hacen? ¿Cuál es el propósito de gastar tiempo, mente y labia en alguien que seguramente no hará nada de lo que le dicen? Y digo esto último porque la verdadera decisión de cambio la tiene sólo una persona, no pueden pretender cambiar la vida de alguien con unas palabras. Ahora me dirán: Pero es que esa es la función del consejero: orientar, nada más, y sí hay gente que puede cambiar la vida del otro con sólo hablar. Y yo les contesto: Consejeros, dejen de pretender que son los dueños de la verdad, ofreciéndola como si fuera pan de salvación para aquellos que tienen hambre, no deberían existir, no debería haber nadie que crea que tiene la verdad en su boca para opinar sobre la vida de los demás, opinen sobre ustedes, sean soberanos de su vida y preocúpense por ella, suficientes problemas tienen los seres humanos con sus propias vidas como para agrandar los suyos con los de los demás. Y un consejero me dirá: Soy soberano en mi vida y por eso ayudo a los demás. Yo le digo: ¿Qué pretende con eso? Así tenga el consentimiento del otro usted no tiene autoridad moral para decirle al otro qué hacer o qué dejar de hacer.
Así, usted, quien ha sido aconsejado sobre el amor, sepa que quien le dio el consejo ha hecho sufrir a alguien por lo mismo que usted sufre, quien lo aconsejó sobre cómo manejar la muerte jamás ha perdido alguien importante en su vida, quien le habló de sexo es virgen, quien le habla de religión es cristiano, o musulmán, evangélico o lo que sea. Todos estamos politizados, todos tenemos intensiones de tras de un consejo, puede que la intensión sea orientar o esperar algo a cambio.
-¿Y si se acaban los consejeros?
-Si se acaban usted tendrá la oportunidad de pensar por sí mismo.
-Pero uno busca un consejero para que le ayude a ver lo que no puede ver.
-Ahora yo le pregunto: ¿Es mejor estrellarse por cuenta propia o por empujón ajeno?
-Lo importante es no estrellarse, y un consejero puede evitar eso.
-Los consejeros no están para salvarle la vida, entienda eso, usted es quien la salva nadie más.
Yo he sido consejero, me han dicho que bueno, pero he aconsejado sobre amor mientras estoy desilusionado, he aconsejado sobre el estudio cuando lo que menos he hecho es estudiar, he hablado sobre la muerte y nunca he perdido un ser querido cercano, ¿Pretendo así aconsejar correctamente a quien lo necesita? ¿Es coherente que un asunto práctico como tomar una decisión necesite de la teoría de alguien que no lo ha vivido? ¿Entonces sólo habla de muerte quien la ha visto cerca? ¿Sólo habla de amor quien lo ha conocido a plenitud? No, ese no es el hecho, el asunto está en pretender decirle a otro qué hacer, en hacerlo sin conocer la situación del otro, en hacerlo sin el propósito de ayudar, pretendiendo recibir algo a cambio.
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