sábado, 17 de mayo de 2014

Letras que alivian cargas


Quiero que sepas que hoy caminé toda la tarde. El aire me golpeaba tan fuerte en la cara que a veces me detenía a esperar que pasara la ventisca porque no tenía caso seguir yendo contra ella. Hizo muchísimo frío, sentía como si cada átomo de oxígeno escudriñara mis huesos y me hiciera difícil el paso.

Quiero que sepas que estaba cerca a tu casa, que recorrí los alrededores con la esperanza de no verte más, porque te veo en todas partes. Es chistoso y a la vez contradictorio que no quiera verte pero busque estar en espacios que sé que frecuentas, en realidad no tengo un propósito, si te viera estoy seguro que caminaría en otra dirección y no dejaría que me notaras.

Quiero que sepas que volví a bajar de peso, que solo me duró un par de semanas esa falsa tranquilidad que me llevó a comer como de costumbre, pero en estos días no me siento tan bien, y  solo me alimento cuando me doy cuenta que estoy por enfermarme.

Quiero que sepas que le he pedido mucho perdón a diosito por haberle y haberte  fallado, no cumplí mis promesas y ahora solo quedan espacios blancos en ese paisaje colorido que pintábamos.

Quiero que sepas que ya sé qué es llorar en la calle sin que importe quién te está mirando, aprendí que a la gente en realidad no le importan tus triunfos o tus desgracias. Cada uno tiene su propio cielo, o su propio infierno, por el que interesarse.

Quiero que sepas que recordaré cada poro de tu piel, que probablemente seguiré encontrando cabellos tuyos en mi habitación y jamás seré indiferente a tu saludo, a tu sonrisa o a tu mirada.

Quiero que sepas que nunca diré algo malo sobre ti, que la sensación de ahogo en el pecho se trasladará siempre en letras que alivian cargas.

Quiero que creas en mí, que cada cosa que te dije en todos estos días fue cierta, que siempre fui sincero y esa sinceridad es la que nos tiene como estamos, porque en el fondo, a pesar de pretender que el destino fuera otro ya no podíamos detener la inminencia del adiós.

Quiero que sepas que cuando me hablen de ti pondré mi mejor cara, no soy alguien bonito pero me esforzaré para lograr un buen rostro.

Quiero que sepas que te entiendo, que nunca te juzgué por nada y por eso permanecí y me ha costado dejar de permanecer.

Quiero que sepas que esto no será lo último que te escriba, que mientras hayan partículas de mi cuerpo que al conectarse generen tu imagen, de acá jamás te irás. No sé si sea bueno o malo, pero es parte del proceso.

Quiero que sepas que por fin estaré con los sentidos despiertos para dejarme sorprender por alguien. Estaré alerta como un centinela que cuida un gran tesoro.

Quiero prometerte que en el futuro ya no me sudarán las manos cuando te vea, ni cuando los vea. Que jamás te haré sentir incómoda por algún comentario y que no me meteré más en asuntos de los que ya se hablaron demasiado.

Quiero que no dejes de ir al doctor, que no dejes de patinar, que no dejes de comer a las cuatro de la tarde, que no dejes de reírte, que no dejes de decir la verdad, que te esfuerces en el estudio… Como te dije antes, solo un año más y me dejarás de ver, serás feliz, no tendrás que cambiar de ruta al caminar y no se te acelerará el corazón.


Quiero que sepas que seré el hombre más fuerte del mundo, que después de tu partida ya se avecinan unas mucho más cercanas a mi familia. No sé si para mi cumpleaños en julio estarán todos mis abuelos acompañándome, cada año será una bendición que ellos estén. Pero te prometo, seré el más fuerte.

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