lunes, 19 de agosto de 2013

Un par de desconocidos

Su cuerpo es efímero, como un suspiro de desaliento. Me abraza, me rodea, me recorre, me fuma, me prueba, me ama, me hunde,  me enloquece. ¿Cómo puede odiarme y besarme de esa manera?


Se mueve al ritmo de la desesperanza, me aprieta para aferrarse a la vida, me rasguña, me muerde, me pega, me deja marcas porque sabe que cuando las vea la recordaré. Qué extraña manera de luchar contra mi alzheimer.


Yo la abrazo, la rodeo, la recorro, la fumo, la pruebo, la amo, la hundo,  la enloquezco. ¿Cómo puedo dejarla y besarla de esa manera?


Me muevo al ritmo de la distancia, la aprieto para aferrarme a su vida, la rasguño, la muerdo, le pego, le dejo marcas porque sé que cuando las vea me recordará. Qué extraña manera de separarnos.



Ambos sabemos que solo en el instante en que los cuerpos están cerca nuestras vidas vuelven a coincidir, el resto del tiempo somos otro par de desconocidos.

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