jueves, 10 de enero de 2013

QUIERO SER CONGRESISTA



He visto que ser congresista en Colombia es muy fácil, o eso aparenta serlo, ¿Qué difícil va a ser para alguien ir a escuchar a uno que otro pantallero refunfuñar porque su ley de subsidio para la gasolina no se aprobó, o presenciar cómo se sacan los trapitos para decir quién está más cochino? Por más sucios que estén y las descachadas que tengan los reeligen cada cuatro años, es divertido, divertido y además se le puede sacar provecho, ¿Por qué va a ser difícil votar el sí en un proyecto de ley si a cambio le dan trabajo a mi esposa, a mi primo, o me garantizan una embajada?

Los veo disfrutando de sus tres meses de vagancia, digo, de vacancia que a cualquiera le gustaría tener; pero es que tampoco les demos duro, descansan tres meses porque terminan exhaustos de aprobar decenas de leyes al final de su periodo, ahg, y que respondan las mujeres, ¿quién no descansaría de un periodo que dura 9 meses? Son 9 meses manchando sus hojas de vida y desangrando al país, eso se merece un descanso.

En nueve meses aprobaron la Ley Lleras, finalmente le dieron visto bueno  al TLC y avalaron la Reforma Tributaria.  Así que debería ser más tiempo, no deberían darles tres meses sino todo el año para que descansen, como sea hay que evitar que trabajen, miren lo que hacen los honorables congresistas cuando trabajan. No hay nada peor para los colombianos que un congresista haciendo su deber

Pero como todo va a seguir igual, gracias a Dios, me lanzaré como candidato en alguna lista para las próximas elecciones, viendo a Roy Barreras me doy cuenta que estar en una u otra da lo mismo, lo importante es lamboniar, por eso declaro mi admiración a Juan Lozano, que tiene el olfato preciso para la política. Hoy doy a conocer que siempre he sido partidario de que el país necesita un Cambio Radical, manteniendo, por supuesto, el talante Conservador del patriotismo, impulsado por la política Liberal de los grandes pensadores colombianos. Iré a visitarlos, y la primera estación que abordaré será la del Polo.

Voy a seguir el ejemplo de mis congresistas, voy a joder a Petro hasta que cambie la boina que ya debe tener adherida a su cuello cabelludo, pediré subsidio de gasolina, y cuando esté en vagancia pondré en debate cosas importantísimas, como la letra del himno o el escudo nacional.

sábado, 5 de enero de 2013

El buen rostro


Braulio se limpia la manga de la camisa bañada en sangre luego de golpear a su esposa. Margarita se maquilla en el tocador el morado de su pómulo derecho, y para disimular los vasos rotos del ojo se pone unas gafas Prada

Humberto y sus dos amigos absorben el aire cálido de la habitación tras haber fumado hierba toda la noche, entre incoherencias, sonrisas y labios resecos abren las ventanas y el humo comienza a disiparse.

Vanessa lava su ropa interior, hace poco terminó de trabajar y el último hijueputa con el que se acostó solo le pagó la mitad de lo acordado,  20 mil pinches pesos “¿Le sirven?” le dijo antes de cerrar la puerta.

Raúl y Carlos, jóvenes de jean y pelo suelto no pueden dormir, ambos caminan en círculos en la sala de su casa. Hace unas horas desfogaban su pasión sobre el cuerpo del otro, ¿Qué pensarán sus padres? ¿Qué pensarán sus novias? ¿Desde cuándo amar a alguien es pecado?

Camila y Daniela abren sus ojos, se miran fijamente y con los dedos dibujan una sonrisa en sus labios, ambas abrazan al hombre con el que pasaron la noche, lo acarician; él a penas las observa de reojo.

Fernanda recién entró a la casa, su desvelado esposo la esperaba en la sala, las marcas en el cuello la delatan, no pasó la noche con una sola persona, su esposo lo sabe y la abraza, su amor es más fuerte que la infidelidad sabatina, le pregunta si quiere chocolate y le prepara el desayuno.

Álvaro, aquél hombre alto y elegante, con la camisa desapuntada y algo de barro en los zapatos acaba de enterrar al finado que tenía por encargo.

Todos ellos ponen su mejor cara, se arreglan antes de entrar, nadie se saluda con nadie, son seres que coinciden en tiempo y espacio (y en desgracia, pero no lo saben).

Darío acaba de venirse en el rostro de una niña rubia, ella apenas tiene 15 años y se aguanta esto, todo por irse a otro país a buscar “un mejor futuro”. Darío la acompaña a la salida, la deja en el taxi luego de pagarle 60 mil pesos, la despide y se da vuelta, regresa caminando a su hogar, se lava las manos, se coloca la sotana, sale ante el público que hace un momento entraba, alza las manos  y dice: En el nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo.