miércoles, 20 de junio de 2012

Del olvido al recuerdo


El olvido se encuentra en el límite de la despreocupación, está a punto de abarcar la totalidad del recuerdo, en esta ocasión se viste de distancia y seduce con trago, sexo y amores pasados.

A veces todo se confabula para crear una red isotópica, determinismo y casualidades la tejen, el hecho repetitivo es el recuerdo. Ella se encuentra lejos del presente cotidiano: Apartada de su familia y nuevo amor citadino, su tan visitada 85 ahora se llama “El coliseo”, no tiene que ir en Transmilenio, opta por caminar y si el largo del camino lo amerita: Va en taxi. No viste tan abrigada, ya no hay bufandas ni chaquetas anchas que la acompañen, quizá en la madrugada, cuando el sereno es fuerte, aunque sigue usando las mismas medias de niña hippie de 11 años.

¿Qué diferencia el presente cotidiano del momento que por estos días vive? En realidad nada, reemplazó unas cosas por otras: los sitios donde bailaba, el lugar donde dormía y la persona que besaba. No cambian los hechos sino la compañía.

No olvidará su presente cotidiano, que bien podríamos llamar rutunario, quiere desprenderse de la efímera vida en la ciudad, desea entender por qué le pasan cosas que no entiende: desde soñar con alguien a quien poco ve, hasta su miedo para viajar en avión. ¡Pero es que es tan indecisa! Lo único de lo que está segura es de su inseguridad, eso y que nadará con delfines algún día. Teme fracasar cuando algo se pone patas arriba, piensa lo peor cuando las cosas no dan para tanto. Su habilidad para imaginar lo peor podría dar el libreto para Destino Final 6.

Prometió que no olvidaría, pero olvidar es muy complicado, y más cuando es a alguien que se quiere, es lógico que no lo haga, debió haber dicho, más bien, que recordaría, porque finalmente eso es lo que uno busca en estos casos, ser, entre risas y alcohol, insomnio y silencio, un espacio para ser recordado, un momento de extradición virtual en donde nuestra imagen ocupe la saturada mente de alguien que nos busca entre su conciencia , que nos arma como lo recuerda y la manera como quiere, es el momento donde la imaginación vuela y lo único que se espera es un suspiro que a la distancia nos diga que alguien, en otro lugar, nos regaló un pequeño soplo de vida, que escapa de su pecho y busca su razón de ser, aquel nombre escrito en dos moléculas de oxígeno que se escapa en dióxido de carbono; pero si no llega a su destinatario vuela hasta el cielo y allí se ha de posar en forma de estrella, porque cada una de ellas es un suspiro que no encontró a su dueño.

Pronto regresará, esta vez lo hará en avión, vencerá de a poco sus miedos, se dará cuenta que en cada lugar hay una 85, en la mayoría habrá alguien a quien besar, pero muy pocos donde haya por quien suspirar.

(Sí, lo sé, muy cursi el final)

sábado, 9 de junio de 2012

Consejeros


¿Quién tiene el derecho de decirle a alguien qué es importante y qué no en su vida? Es decir, cómo aspira alguien. que a duras penas me ve, a tener el permiso de opinar sobre lo que hago o dejo de hacer, no concibo en mi mente que ese alguien sea capaz de entender lo que quiero, lo que proyecto, y no lo concibo porque ni siquiera yo sé lo que deseo.

Se creen expertos del consejo adornando con eufemismos lo que piensan que es correcto, lo que su moral educada ya sea en experiencia o en teoría les indica que el camino hacia una verdadera felicidad está en el libre desarrollo de una consciencia que no pese, priorizar lo que a dedo piensan que es importante según la historia que uno les cuente. ¿Son los consejeros estúpidos? ¿No son capaces de ver que uno les puede mentir para burlarse de ellos? Más aun ¿Se creen más que los otros como para decirles qué hacer con su vida?

Ahora, ¿Por qué lo hacen? ¿Cuál es el propósito de gastar tiempo, mente y labia en alguien que seguramente no hará nada de lo que le dicen? Y digo esto último porque la verdadera decisión de cambio la tiene sólo una persona, no pueden pretender cambiar la vida de alguien con unas palabras. Ahora me dirán: Pero es que esa es la función del consejero: orientar, nada más, y sí hay gente que puede cambiar la vida del otro con sólo hablar. Y yo les contesto: Consejeros, dejen de pretender que son los dueños de la verdad, ofreciéndola como si fuera pan de salvación para aquellos que tienen hambre, no deberían existir, no debería haber nadie que crea que tiene la verdad en su boca para opinar sobre la vida de los demás, opinen sobre ustedes, sean soberanos de su vida y preocúpense por ella, suficientes problemas tienen los seres humanos con sus propias vidas como para agrandar los suyos con los de los demás. Y un consejero me dirá: Soy soberano en mi vida y por eso ayudo a los demás. Yo le digo: ¿Qué pretende con eso? Así tenga el consentimiento del otro usted no tiene autoridad moral para decirle al otro qué hacer o qué dejar de hacer.

Así, usted, quien ha sido aconsejado sobre el amor, sepa que quien le dio el consejo ha hecho sufrir a alguien por lo mismo que usted sufre, quien lo aconsejó sobre cómo manejar la muerte jamás ha perdido alguien importante en su vida, quien le habló de sexo es virgen, quien le habla de religión es cristiano, o musulmán, evangélico o lo que sea. Todos estamos politizados, todos tenemos intensiones de tras de un consejo, puede que la intensión sea orientar o esperar algo a cambio.

-¿Y si se acaban los consejeros?

-Si se acaban usted tendrá la oportunidad de pensar por sí mismo.

-Pero uno busca un consejero para que le ayude a ver lo que no puede ver.

-Ahora yo le pregunto: ¿Es mejor estrellarse por cuenta propia o por empujón ajeno?

-Lo importante es no estrellarse, y un consejero puede evitar eso.

-Los consejeros no están para salvarle la vida, entienda eso, usted es quien la salva nadie más.

Yo he sido consejero, me han dicho que bueno, pero he aconsejado  sobre amor mientras estoy desilusionado, he aconsejado sobre el estudio cuando lo que menos he hecho es estudiar, he hablado sobre la muerte y nunca he perdido un ser querido cercano, ¿Pretendo así aconsejar correctamente a quien lo necesita? ¿Es coherente que un asunto práctico como tomar una decisión necesite de la teoría de alguien que no lo ha vivido? ¿Entonces sólo habla de muerte quien la ha visto cerca? ¿Sólo habla de amor quien lo ha conocido a plenitud? No, ese no es el hecho, el asunto está en pretender decirle a otro qué hacer, en hacerlo sin conocer la situación del otro, en hacerlo sin el propósito de ayudar, pretendiendo recibir algo a cambio.