En este cuento ambos personajes estaban por encontrarse, tenían listo el regalo, las palabras, él tenía listo el beso, ella había preparado un te amo.
Al mismo tiempo salieron de sus casas, una puerta de madera similar despedía sus ilusiones y el Pino que sembraron juntos en los dos jardines vociferaba buenos deseos para cada uno. Faltaban dos horas para que llegara la hora del encuentro, algunos dirían: QUE INTENSIDAD, pero ellos salieron antes porque querían caminar, cada uno sabía que el otro haría lo mismo, se conocen tanto, eso que aún algunos llaman “almas gemelas” vive en estos dos personajes. Él disfruta cocinando, a ella le fascina comer, él salta, grita y putea en un partido de fútbol, ella lo acompaña al estadio. Ella es aficionada a Cortázar, él jamás ha entendido sus cuentos pero le regala los libros. Él ha tenido más de diez mujeres, ella sólo lo ha tenido a él. Ella elige el verde, él prefiere el rojo, ella habla de todo con todos, él casi no habla.
Él caminaba mientras recordaba cómo se conocieron, cualquiera pensaría en lo clásico: Una fiesta, un concierto, un cumpleaños, pero no, así no fue, la primera vez que se vieron, no se vieron, es decir, él no contó el hecho de haber hablado con ella por primera vez el día en que un amigo los presentó, él la conocía desde antes, él había soñado con ella, él la amaba sin haberla visto.
Ella en cambio, corría, “el que camina cuando puede correr no está seguro de lo que puede alcanzar”, solía decir. Sus pasos se marcaban al ritmo de Bajo Fondo, el tango electrónico le gustaba, en eso también se diferenciaban, ella prefería un ritmo distinto, él gustaba del reggaetón y el merengue. A ella no le gusta mirar hacia atrás, no pensaba en cómo se conocieron, imaginaba qué seguiría, si tendría el valor de decirle que lo ama, ¿Qué tal se quedara sin palabras? Es que pasa a menudo, cuando más se tiene por decir, más difícil se hace pronunciarlo. Bueno, ¿y si las palabras salen y él las ignora?, no podría repetirlo, pero no la ignoraría por no escucharla, sino porque no siente lo mismo. Él preparó el beso, ella preparó un te amo.
Ha llegado la hora, ambos están a dos casas y tres postes del punto de encuentro. Ella se quita los audífonos, se ha detenido, está asustada, teme seguirse enamorando. Él está pasmado, camina despacio, ¿Sería capaz de besarla? Jamás había combinado un beso con amor ¿Y si ella tuviera mal aliento?, ¿Y si le corre la cara? No lo culpo, para arriesgarse y besar a alguien se necesita valor, valor y estupidez. Entonces los dos cerraron los ojos, apretaron las manos, se aferraron a la perfección del momento imaginado y corrieron, a medida que avanzaban corrían más rápido, abrían los ojos para no caer en ningún hueco, abrían los ojos para no seguir derecho sin encontrarse. Corrieron por horas, buscándose, imaginándose, escudriñaron cada centímetro de la ciudad, y es que el cansancio no importa cuando la razón de vivir está perdida, ellos querían verse, querían tocarse, él quería besarla y ella quería amarlo…
Aún están corriendo, están perdidos, buscan desesperadamente su punto de encuentro, ya lo olvidaron, no recuerdan dirección ni hora. Ni el tiempo ni el lugar son importantes cuando lo indispensable son sólo ellos dos. Se siguen buscando para amarse. Él tiene listo el beso, ella tiene preparado un te amo.
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