Otra noche de tantas imaginariamente a tu lado. Unidos por un aparato que debió haber sido inventado por un científico que moría de amor. No puedo encontrar otra explicación, al igual que él, yo, esa noche, también moría de amor.
“Hola”, si, la recuerdo, fue la primera palabra, me llevó tanto tiempo prepararla, es increíble como el ser humano es capaz de hacer tantas cosas, buscar vida en otro planeta retar las leyes de la gravedad, pero incapaz de expresar lo que siente en el momento más inoportuno, digo inoportuno porque cuando menos se quiere hablar, más se tiene por decir. Mucho tiempo preparé esa palabra, como sea, fue la más importante de todas. El aire se me va, realmente no sé si sea capaz de hacer esto, la taquicardia hace presencia en mí, cuando chico tuve problemas asmáticos, pero la taquicardia era algo nuevo, estaba asustado, el silencio que siguió fue tétrico, pero como una medicina que solo quien se ha enamorado sabe lo que en verdad significa, un leve sonido tierno, cálido y tal vez inocente calma la ansiedad que sentía. “Hola” me respondiste.
Hablamos de muchas cosas, nos reímos de aquello que solo entendíamos los dos, cosas que solo saben los que están destinados a vivir el uno para el otro. “Te ríes como un fara” te dije. “Qué es un fara?” preguntaste. “Es un ratón grande y feo que sale por las noches y es muy parecido a las palomas”. La verdad no se si se parezca a las palomas, pero grande y feo si es. Y asi lo fuera… ¿Quién ha visto reír a un ratón?, es decir, ¿los ratones se ríen?. La coherencia no fue una de mis virtudes esa noche, no fue mi virtud jamás estando a su lado. Cabello liso, pequeña, pecosa, usa brackets, mandíbula alargada, no hay rastros de crecimiento en sus pechos, es hermosa.
“Has hecho parte de mi vida desde el momento en que por un comentario de alguien a quien no recuerdo llegó tu nombre a mi mente, como si mis neuronas supieran que existes desde hace mucho en lo recóndito de mi subconsciente, en la nostalgia de un recuerdo futuro. Comienzo a extrañarte, es curioso, jamás te había visto, pero sabía que pronto harías parte de mi vida.”. No se qué tipo de respuesta esperaba yo después de decirle eso, tal vez no quería una respuesta, quizás no debí conocer jamás una respuesta.
“¿Por qué eres asi? Me dijo.
“¿Así cómo?” Contesté
“!Así!, sabes que estoy con otra persona, pero continúas hablando del destino, que estaremos juntos siempre, jurando eternidad, ¿por qué seguir tras alguien que no siente lo mismo?”. El silencio fue el personaje de la noche, cada vez era más constante, cada vez más doloroso. Tantas cosas pasaron por mi mente, la soledad de mi casa, la soledad de mi cuarto, la soledad de mi alma la sentí con mayor intensidad en ese momento, ella tenía razón.
“Prometí enamorarte todos los días” dije. La vida se desmoronaba como el castillo de arena que se ve atacado desde la distancia por el agua, sabe que el mar está lejos, sabe que está seguro por un tiempo, sabe que se va a derrumbar.
“Daniel, te amo” me susurró.
¿Me ama?, ¿es eso verdad?, ¿para ella el amor es lo que para mí significa?, no, no, es mentira, ella no me ama, si me amara no me sentiría solo, si me amara de verdad no me dolería quererla.
“¿Sabes?, durante mucho tiempo esperé a que lo dijeras, era como mi sueño, que te enamoraras de mí, pero no me siento bien, te conozco, y sé que lo dices, pero no lo escucho.” ¿Qué significa esto?, ¿acaso no quiero que se enamore de mí?, ¿era mentira lo que yo le decía?, tal vez no la amo, que digo, si, si, ¡La Amo!, tal vez más que a cualquier otra persona en el mundo, y ella lo sabe, me hace feliz amarla, pero no que ella me ame.
Nuevamente sin esperar respuesta alguna el silencio invade la habitación, ya no era solamente yo el que lo sentía, ella también lo hacía, lo sé porque la amo, lo sé porque me ama.
“¿Qué sucede?” me decidí a preguntar.” ¿Por qué no soy feliz escuchándote decir que me amas?, ¿Por qué esperé tanto este momento y no es como lo imaginaba? ”… La verdad jamás lo imaginé, nunca contemplé el amor correspondido como una posibilidad en mi vida, nunca estuvo en mis planes que ella me amara.
“Daniel, no puedo dejarte, es imposible, eres tanto para mí, tan indispensable”. Me lo dijo con un tono que casi puedo asegurar que lloraba, si, estaba llorando, le dolía dejarme, ella sabía que eso debía pasar, sabía que nos debíamos separar y ahora era el momento de hacerlo.
-“Me rompiste el corazón… Quiero que te alejes, quiero que abandones mi vida, no quiero que sigas haciendo parte de ella”
-“No Daniel, por favor”
Con lágrimas en mis ojos, con la sensación de que mi castillo se desmoronaría en millones de partes que jamás podrían volver a juntarse para formar uno igual, de que al fin el agua que lo derrumbaría estaba a punto de llegar, le dije: “Te amo tanto, no quiero saber nada de ti, por lo menos hasta que se acabe ese amor, por lo menos hasta que ya no te quiera más”.
Colgué el teléfono. Al fin silencio, el sonido natural del mundo, que todos queremos sentir, pero llegamos a odiar.