domingo, 14 de junio de 2015

Un man bien fitness


En realidad no pienso mucho, solo me siento en mi cama, en el sillón verde que rasgó Gato, en la terraza viendo atardeceres, en mi sitio de trabajo o en el balcón de la finca; con la mirada desorbitada, fingiendo para ojos ajenos que estoy por consumar una idea trascendental. Pero no es así, mi cerebro viaja, se pierde, levita y le deja todo a la inconformidad que siento conmigo mismo todos los días.

Últimamente mi cerebro se ha perdido más veces de lo acostumbrado, está mamado de ganar todas las batallas y verse opacado por el show mediático del drama, que hace parecer inútil el resultado de las peleas.

Lo que sucede es simple: no puedo tomar decisiones sensatas sin corresponderlas con actos sensatos, en resumen: siempre la cago. Tengo la estabilidad de la falla de San Andrés.

La última gran decisión que tomé es tan inmensa que no alcanzo a rodearla con los brazos, pesa más que una consciencia cochina y la arrastro a donde voy.  A veces es invisible y ligera como la capa de Harry Potter, tan imperceptible que hasta yo la olvido; pero otras veces es un ancla de portaviones, un grillete recién fundido que me quema los tobillos y las muñecas.

Es una carga que aún no controlo, quisiera poderla sostener más de una hora, por lo menos un día, pero solo caigo y me levanto y caigo y me hundo y me sigo hundiendo. Me dijeron que Dios no pone cargas que uno no pueda llevar, pero parece que ignorara que hace mucho no voy al gimnasio.

Me estoy ejercitando de todas las maneras que encuentro para aumentar mi fuerza de voluntad, tonificar mi perseverancia y sacar pecho pa´cuando la tentación me embista. Primero de a tres repeticiones diarias, luego 4 y así hasta que las pueda hacer siempre que esté despierto. No puedo permitirme más debilidad, la decisión se tomó y voy a poder con ella. Tengo que tener una autoestima bien fitness.

Luego del entrenamiento me gusta pensar que me preparo para algo más que resistir, para algo más que superar. Disfruto ver personas que me alimentan saludablemente el optimismo, ya sea porque pasaron por algo parecido a lo mío, o porque son tan distantes que me permiten idealizarlas y creer que puedo conseguir algo similar, o mejor.

De verdad que lo estoy intentando, siéndole esquivo al veneno y al odio, que para la analogía de este escrito vendrían a ser grasas trans y exceso de carbohidratos.

No puedo permitirme lamentaciones por lo que no hice y no voy a poder cumplir; además, uno no debe prometer nada para no endiosar situaciones de futuro. Seguramente eso que uno anhela tanto, en realidad no es tan importante para el otro. No deseamos compartir nada con nadie en específico, solo queremos que alguien esté cuando vivamos eso que juramos, sea con quien lo prometimos, o con algún otro que se atraviese en el camino.


El entrenamiento no da espera, es hora de empezar con las repeticiones, reactivar músculos que hace mucho utilizo y alimentarme solo de cosas buenas, y reales. Tengo que ser un man bien fitness.

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