En realidad no pienso mucho, solo me siento en mi cama, en
el sillón verde que rasgó Gato, en la terraza viendo atardeceres, en mi sitio
de trabajo o en el balcón de la finca; con la mirada desorbitada, fingiendo
para ojos ajenos que estoy por consumar una idea trascendental. Pero no es así,
mi cerebro viaja, se pierde, levita y le deja todo a la inconformidad que
siento conmigo mismo todos los días.
Últimamente mi cerebro se ha perdido más veces de lo
acostumbrado, está mamado de ganar todas las batallas y verse opacado por el show
mediático del drama, que hace parecer inútil el resultado de las peleas.
Lo que sucede es simple: no puedo tomar decisiones sensatas
sin corresponderlas con actos sensatos, en resumen: siempre la cago. Tengo la
estabilidad de la falla de San Andrés.
La última gran decisión que tomé es tan inmensa que no alcanzo
a rodearla con los brazos, pesa más que una consciencia cochina y la arrastro a
donde voy. A veces es invisible y ligera
como la capa de Harry Potter, tan imperceptible que hasta yo la olvido; pero otras
veces es un ancla de portaviones, un grillete recién fundido que me quema los
tobillos y las muñecas.
Es una carga que aún no controlo, quisiera poderla sostener
más de una hora, por lo menos un día, pero solo caigo y me levanto y caigo y me
hundo y me sigo hundiendo. Me dijeron que Dios no pone cargas que uno no pueda
llevar, pero parece que ignorara que hace mucho no voy al gimnasio.
Me estoy ejercitando de todas las maneras que encuentro para
aumentar mi fuerza de voluntad, tonificar mi perseverancia y sacar pecho
pa´cuando la tentación me embista. Primero de a tres repeticiones diarias,
luego 4 y así hasta que las pueda hacer siempre que esté despierto. No puedo
permitirme más debilidad, la decisión se tomó y voy a poder con ella. Tengo que
tener una autoestima bien fitness.
Luego del entrenamiento me gusta pensar que me preparo para
algo más que resistir, para algo más que superar. Disfruto ver personas que me
alimentan saludablemente el optimismo, ya sea porque pasaron por algo parecido
a lo mío, o porque son tan distantes que me permiten idealizarlas y creer que
puedo conseguir algo similar, o mejor.
De verdad que lo estoy intentando, siéndole esquivo al
veneno y al odio, que para la analogía de este escrito vendrían a ser grasas
trans y exceso de carbohidratos.
No puedo permitirme lamentaciones por lo que no hice y no
voy a poder cumplir; además, uno no debe prometer nada para no endiosar
situaciones de futuro. Seguramente eso que uno anhela tanto, en realidad no es
tan importante para el otro. No deseamos compartir nada con nadie en
específico, solo queremos que alguien esté cuando vivamos eso que juramos, sea
con quien lo prometimos, o con algún otro que se atraviese en el camino.
El entrenamiento no da espera, es hora de empezar con las
repeticiones, reactivar músculos que hace mucho utilizo y alimentarme solo de
cosas buenas, y reales. Tengo que ser un man bien fitness.
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