Creo que no me concentro porque
no encuentro mi centro, escribo desde un lugar que me es ajeno pero que veo
todos los días. Este último semestre me ha enseñado que me falta mucho por
aprender, que basta con unos pocos amigos y que la salsa tiene tanto de perreo
como el reggaetón.
Mis abuelos me han dicho que es
normal que seamos varias personas a lo largo de la vida, yo no me siento la
misma persona que hace seis meses. He aprendido a escuchar más, a callar más, a
embarrarla menos.
“No deje que los malos ratos le
quiten las cosas buenas que trae su alma”, me dijeron hace poco. Dios envía
ángeles para que acompañen nuestro camino, por eso no hay que sorprenderse
cuando el día comienza siendo una mierda y de la nada aparece una vieja amiga
que pregunta “¿cómo va todo?”.
Una vez escribí que cada poro de
mi piel es un error que he cometido, es que soy tan defectuoso como el “Ay
vamos” de J Balvin; pero si las palabras que escribo tuvieran rostro, serían
una combinación entre sonrisa indeleble y mirada llena de futuro.
Mis prioridades siempre
estuvieron en segundo lugar, ahora tengo más metas que crespos en la cabeza, encontré mi mirada perdida y dejé de pre
ocuparme para ponerme a hacer lo que me hace feliz. Me preguntaron que qué
vainas me hacen feliz, respondí que Santa fe, mi hermana, mi trabajo y jugar
bolos; bueno, tener eso claro es el primer paso firme de alguien que hace mucho
no caminaba solo.
Mi pasado ya no es borroso, y no
lo digo por la operación que me quitó la miopía, sino porque aprendí a guardar en
mi memoria los instantes en los que me sentí pleno, y como me dijeron mis
abuelos, somos personas diferentes a lo largo de la vida, y la caja de pandora
que para Daniel eran sus recuerdos, se convirtió en una cajita musical que lo
arrulla cuando la pone a sonar.
Y si comencé diciendo que no
encuentro mi centro, era mentira, es que la primera frase siempre se me ha
hecho complicada, pero ahora que lo pienso, si hubiera comenzado con algo
feliz, como terminó siendo el resto del texto, nadie habría leído. En estos
meses también aprendí que la gente disfruta el morbo de la tristeza ajena.
No siendo más, los dejo que voy a
jugar bolos.
PD: ¡LE GANAMOS 3-2 A NACIONAL!
JUEPUTA, POR FIN. Paz en los estadios.
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