viernes, 26 de agosto de 2011

A ella en doscientas palabras


 Doscientas palabras, una idea, la mitad de una cuartilla. Mil sentimientos, tres formas de decirlo y solo una persona. El espacio es poco, y más si se tiene tanto por decir. El escritor dispone de un mínimo espacio, un límite de tiempo, un máximo de palabras, y si el escritor profesional tiene restricciones, ¿cómo será para un amateur como yo?

La simpleza es tal vez lo más complejo de lograr. Resumir el texto de doscientas páginas en una sola, contar en pocas palabras la investigación de varios años, sintetizar en una idea lo que lleva mucho tiempo en discusión.

¿A quién recurrir si quiero ser certero?, ¿tal vez Sartre?, no, muy pesimista para mi gusto; ¿Platón?, demasiado idealista; ¿Baudelaire?, muy poético. Quiero encontrar alguien apegado a la realidad, que no tema a los sueños, que no dude en alcanzarlos, y que, por sobre todo, juegue ping pong.

A vos te escribo esto, aquella fanática de los sueños que no vive en el mundo ideal de Platón, aquella mujer consciente de su realidad, de sus limitaciones, de sus no talentos. A la mujer que idealizo bella por su mente, por su alegría, por su simpleza. A La mujer que no conozco.